29 diciembre, 2006

Sevilla


La Maestranza pare sin parar aficionados diferentes. Había hasta hace unos años un
pedazo de torilero con hechuras de Formidable vestido de gris perla. La raya de su pantalón era algo así como el meridiano que cruzaba el sol antes de que sonaran por los cuatro costados de la plaza, sólo, los clarines serenos de Sevilla. El torilero tenía un andar al paso de Curro y cuando algún matador se disponía a recorrer el cadalso infinito que discurre entre el burladero de matadores y la puerta de chiqueros, una vez hincadas las dos rodillas en el suelo para recibir a portagayola, el torilero, conocida la angostura y dificultad de los toriles en Sevilla, mandaba callar torero y gallardo, se enfrontilaba con el matador como para darle una bendición sacerdotal, solicitando permiso para abrir el portón: “ a callarse tol mundo que se juega la vida un hombre”. Helaba los corazones. Sevilla más que Madrid da personajes así. Pueden ser torileros o areneros que han debutado con caballos con ManoloVázquez, o médicos sublimes que quizá afilaron de humildad su bisturí, viendo como mueren de cerca los toreros. Hace unos días se fue uno de estos personajes, Quini, uno de los alguacilillos vestidos de pana negra y fina: cuando el domingo me pongo mi traje negro de pana, y ese clavel en la boca, y el sombrero de ala ancha, cuando te espero silbando debajo de tú ventana, de tanto y tanto quererte el corazón se me para, decía la copla. No se cubría Quini con un sombrero de ala ancha, sí coronaba su cresta una pluma roja que hacía quites desde el callejón -como aquel que le hizo ganar el premio al mejor quite de una de las últimas ferias de abril-, como un bumerang capotero que salvó, más de una vida.

28 diciembre, 2006

Guirnaldas

Disfruto del iPod blanco, blanco y plata de alternativa, una sábana santa para el espíritu. Estudio en un rincón de la cocina, mirando a la fábrica New Jersey con grandes depósitos de estaño. Como mi abuelo pasaba las hojas de sus libros muy temprano, al calor de un café con leche bien migado. Una bola oscura late y respira apoyada en el estribo almohadillado de mis zapatillas. Camarón, el perritoro flamenco, va barbeando cada rincón de la casa, embiste bravo a la propuesta de cada caricia y ya disfruta en collera de la explanada verde, al son de una voz dulce que le salva cada día de los formalismos del despido más que procedente. Durante estos días, unas cuantas guirnaldas lucen en el ventanal y hacen del salón un puticlub con mucho estilo. Durante estos días las sobremesas se alargan con la familia arropada, como arropada por el cariño subía la cuesta de San Benito, una familia entera, desarmada y a pecho descubierto, por la misma acera que toma siempre la buena gente, por la misma que subía mi abuela con los billetes arrugados y las escamas dejando como migas de pan el camino de regreso. Aquellos billetes huérfanos de fortuna, que al día siguiente bajaban planchados y almidonados por mi abuelo, que no llegó a entender que el dinero era más que una moneda de cambio.

15 diciembre, 2006

Curro Romero, Laudatio Taurinorum

Verónica y cuarto, Curro Romero , que a Julio le gusta leer estas cosas en Nueva York.

Curro engominado, bronceada la piel gitana casi, en la puerta de cuadrillas de un telediario. Traje azul pavo impoluto. Hablar pausado, las palabras como naturales se detienen para acentuar y ligar el empaque, el temple. Un bronceado que es un aura, un aura templada y tranquila, que va tras Curro llevando sus faenas hechas bronce y sueño: su andar imaginario, aquel pecho hinchado de torería, aquel andar gracioso muleta arrastrada y aquel capotito pequeño mecido con mimo, con ritmo de bulería y de quejío. Un quejido que estremecía a un muerto. Curro Romero descansa de homenaje en homenaje –ahora en la Complutense-, de recuerdo en recuerdo, de sueño en sueño vemos la luz: verónica y cuarto de curroromero que paraba los minutos, las espantás que eran la huída de las musas caprichosas, el kikirikí hecho memoria, hecho sello. Los sellos de Curro, que más que ensalivados, serán llorados y bendecidos, para que no lleguen nunca a ningún destino, para que nada más que viajen de mano en mano. Dando arte gratis. Recordando la poesía más pura, graciosa y canalla.

12 diciembre, 2006

Diciembre

El frío cabrón fusila a quemarropa mis articulaciones. Diciembre es un tobogán que en caída libre hacia su fin, deja la piel en carne viva de tanto echar de menos. Consuelan los afectos buscados, la familia elegida. Diciembre viene en noches de frío a espaldas del cero, brumas de manta blanca, de cielos bajos y apenados, de sábanas frías y corazones ardientes, que como niños brincando busca los vapores de las guirnaldas encendidas, de las serpentinas de colores que flotan en la niebla, de las botellas a descorchar bajo el fantasma de las ausencias.

05 diciembre, 2006

Asalto

Corre por los sentidos la biblioteca de Sánchez Bolín, mezclada con la mía propia como dos gotas de sangre, una biblioteca musical larga, brillante, engominada con clásicos, perfumada con el aroma español de la copla. Corre por el pasillo Camarón de la Isla, un becerro zaíno, bragao, meano y calcetero, que antes de dirigir sus esfínteres ya ha aprendido a embestir, se enfrontila engallao al final del pasillo, al galope se arranca bravo a los vuelos perfumados de una toalla blanca, toma tres, cuatro naturales por abajo y el de pecho. Con emoción. Con la misma emoción de sangre brava con que vivo estos días, sintiendo entre mis dedos los últimos granos de las deudas de aquel reloj de arena, disfrutando del brillo del plasma que hoy, a esta hora, dibuja el rostro de Manolete, su sonrisa suspendida en la tristeza, su cuerpo espigado y desnutrido, rosa palo bordado con formas de mariposa, sus muñecas ágiles, templando toretes desnutridos, fieros como este león zaíno, que irrumpe y asalta nuestra historia de caricias, de libros, de fogones sabrosos, de líos, de amigos compartidos, de blogs, que son ya un patrimonio.

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