Las Nubes
Llegan las nubes que encapotan los recuerdos y la lluvia perezosa que empapa los días tendidos al sol. Cojo la bici y me deslizo por los campos abiertos de piernas de Castilla, arrasados, agrietados por el sol y preocupados por los dos o tres millones de acosados que les han prometido plantar. Subo los cerros con la música del Ipod pedaleando por mí, hasta llegar a una planicie de cereales con ojeras de un verano entero, que no dan ni para una caja de Kellog´s. Chicas que montan a caballo, berlinas para el campo, quadslocos. El aire fresco que entra por la puerta que abren los caminos a mi paso. La luz torpe del otoño.
A la vuelta de la última curva un coche con suspensión para el amor me hace bajar de bici. Una chica tapa sus tetas, pero sus manos pierden la batalla. Luego, el camino de brea me lleva hasta casa, sin agua en el depósito, con mis rodillas en un grito, pero con más ilusión por los besos con patatas fritas que me esperan en el número 31.
A la vuelta de la última curva un coche con suspensión para el amor me hace bajar de bici. Una chica tapa sus tetas, pero sus manos pierden la batalla. Luego, el camino de brea me lleva hasta casa, sin agua en el depósito, con mis rodillas en un grito, pero con más ilusión por los besos con patatas fritas que me esperan en el número 31.
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