Color
Días de plomo en el cielo que teñimos de colores. La casa asaltada por cubos, brochas, plásticos que hibernan los muebles. Hombres que vociferan contra las paredes. Escaleras arriba y abajo. Libros huérfanos que pierden su lecho y su compañero de fila. Estanterías, bibliotecas desnudas y camas sin vestir como mañana. La luz que por fin conquista rincones absurdos. Mezclamos el blanco con el amarillo –lagarto, lagarto-, con el rojo. Con azul de mar profundo. Ójala fuera tan fácil teñir los días grises de blanco y oro. Los intrusos nos avasallan, sus huellas manchan por donde pasan, uno de ellos lía cigarrillos a la velocidad de la luz. La casa es un laberinto de cartones sin pobre. Me temo que se atreverán a maquillar la nube ocre condensada por los billones de wistons, que fumó junto a nosotros. Los colores no borran nada. Sólo reflejan como un espejo los días de ayer.
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