19 diciembre, 2005

Abrazos por Navidad

Acompañan al teclear de esta entrada, la voz de Maite Martín y el piano de Tete Montoliú, para acolchar un poco el balanceo de esta historia. El día que me quieras.
Esta entrada hoy no tocaba. La suerte continúa soplando por barrios. Nosotros en la esquina donde al asomarte al balcón, te acribillan las bayonetas. Nos despedimos esta tarde junto al coche negro nacarado. El ataúd era largo como la bondad y la templanza de quien lo habita desde hoy. Alberto se fundió en un abrazo hondo conmigo, nos dimos unos cuantos besos y a seguir camino. La hija de Santiago tenía el rictus serio, el mismo que presentaba su
padre, cuando se liaba rosa palo y oro, en el patio de cuadrillas de las tardes de máxima responsabilidad. Alberto es mi amigo y tiene los ojos de una bondad azulísima. Se fue camino del País de las Encinas siguiendo el hilo de la vida entera de su padre.
Mañana le despediremos en Alba.

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