El averno de Victorino
Critica cabal de Zabala de la Serna hoy en ABC. No es lo malo que Victorino pise terrenos pantanosos desde hace tiempo, lo peor es la falta de conocimiento del público para discernir entre lo posible y lo imposible. La velocidad por el tocino. Mala cosa. Y después de ayer es posible que este Napoleón de dientes de oro, tache al propio Esplá para la próxima temporada.
"El infierno para un torero debe de ser un ambiente similar al que se respiró ayer en Zaragoza, el averno creado por los terroríficos toros de Victorino Martín y una afición desnuda de sensibilidad y, por tanto, cruel. Que la Virgen del Pilar la ilumine para distinguir en el futuro la bravura de la casta mala, casta degenerada, casta de medio pelo, ávida de sangre, desentendida de engaños y vuelos, envuelta en hechuras tremendamente serias, brutas, bastas a veces. Victorino rubricó ayer su peor temporada desde hace más de una década.
Incluso en las tardes más duras, los victorinos humillaban, lo hacían todo por abajo; las alimañas eran zapatilleras. Pero ahora gazapean, vienen con la cara a media altura, salen de la muleta con la testa por arriba, sin escapatoria. La victorinada maña fue mala a rabiar; el público maño fue injusto para llorar. Tomó partido sin medir ni meditar nada. Los castigos en el peto, duros, cierto es, duros sin que ningún toro empujase de verdad metiendo los riñones, inclinaron la balanza. Tres varas en duermevela tomaron la mayoría de los victorinos. El que más galopó fue el cuarto en banderillas, un tío hecho y derecho que en la muleta de Luis Francisco Esplá respondió con violencia, a trallazos. Al maestro lo habían recibido con cariño por cumplirse su treinta aniversario de alternativa, en la Misericordia precisamente, y lo despidieron a gorrazos. "
Incluso en las tardes más duras, los victorinos humillaban, lo hacían todo por abajo; las alimañas eran zapatilleras. Pero ahora gazapean, vienen con la cara a media altura, salen de la muleta con la testa por arriba, sin escapatoria. La victorinada maña fue mala a rabiar; el público maño fue injusto para llorar. Tomó partido sin medir ni meditar nada. Los castigos en el peto, duros, cierto es, duros sin que ningún toro empujase de verdad metiendo los riñones, inclinaron la balanza. Tres varas en duermevela tomaron la mayoría de los victorinos. El que más galopó fue el cuarto en banderillas, un tío hecho y derecho que en la muleta de Luis Francisco Esplá respondió con violencia, a trallazos. Al maestro lo habían recibido con cariño por cumplirse su treinta aniversario de alternativa, en la Misericordia precisamente, y lo despidieron a gorrazos. "
Zabala de la Serna.
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