02 noviembre, 2006

De Mañana

Salí bajando la cuesta. Los gitanos bajando fardos de las furgonetas. Pronto, con la luz del sol recién salido, las caras lavadas de las gitanas, hablando en grupo. En negro, todo en negro, farfullando palabras que son lamentos. Plásticos, tenderetes, invernaderos donde hacer montañas de zapatos. Huele a cuero, un gitano con el peluquín de Camarón me toca el claxon fuerte y me suena como el trueno del despertador a las tres de la mañana. El más madrugador un tenderete de bragas y sostenes, colgado como ropa tendida, las mujeres estiran y comprueban el género que algodonará su sexo triste. A paso ligero el túnel de Labradores, sórdido y gris, parece que a su salida vas a encontrarte a los grises de espaldas caminando entre seiscientos y años 60, Labradores arriba. Llego al centro con el iPod con diarrea, en un periquete, los pimpollos me entregan el sobre. Ella con el tanga en el segundo piso de la espalda. El sobre al bolso y el gps del instinto me susurra: gire a la derecha tolai y respire, mire tío: tome el sobre y marquesé un pasote escapando de este ruido, cárgate la monotonía, cuelga las camisas con gemelos y la cáscara de la espera, aprieta los puños y veras como todo cruje. Como una nuez.

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