19 febrero, 2009

Nora

Nora no pesa. Su piel es la geografía de un delfín blanco y su boca mínima una isla de coral rojo que aprende a conjugar los besos. Sus ojos extravían el mundo desconocido y sus pies sin pasos conquistan ya la tierra y nuestro corazón. Con ella en brazos los minutos vacíos de segundos justifican esta vida y la tierra gira alrededor del sol y de la ternura, que es también una fuerza de luz, vida y calor.

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