Nana de agosto
Nos robaste el mar.
Trajiste la sal y el agua. Y todo el azul.
Viniste azulísima detrás de una tormenta de agosto.
Tan perdidamente blanca.
Nos robaste el mar,
y nos diste la vida de los ahogados.
La vida como un grito a las cinco de la tarde, como I.S.M.
Nos robaste el mar,
ya solo con tus dos ojos,
como tizones verdes agrandados,
como tizones verdes agrandados,
mientras el cielo era gris descansabas encima del latido,
y de la tierra,
debajo de la tormenta, alejada la sangre.
Nos robaste el mar.
Ya irremediablemente.
“Mi trocito de pan”,
navega corazón, ladrona del mar y del azul,
tu número tatuado y par,
que trajo la marea sin luna,
desde la muerte, hasta la vida.
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