13 septiembre, 2013

Nana de agosto


Nos robaste el mar.
Trajiste la sal y el agua. Y todo el azul.
Viniste azulísima detrás de una tormenta de agosto.
Tan perdidamente blanca.

Nos robaste el mar,
y nos diste la vida de los ahogados.
La vida como un grito a las cinco de la tarde, como I.S.M.

Nos robaste el mar,
ya solo con tus dos ojos,
como tizones verdes agrandados,
mientras el cielo era gris descansabas encima del latido,
y de la tierra,
debajo de la tormenta, alejada la sangre.

Nos robaste el mar.
Ya irremediablemente.

“Mi trocito de pan”,
navega corazón, ladrona del mar y del azul,
tu número tatuado y par,
que trajo la marea sin luna,
desde la muerte, hasta la vida.

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