04 marzo, 2013

Desordenadamente


Hay una luna roja. Una pupila encendida mirando sobre España. Refulge un rojo del 36. Habita un gato muerto envuelto en brea. Volvemos como Cenicienta a las 12 y un taper de arroz sin bodas. Esperamos una palabra, tú ahora una llamada Guadalquivir arriba; mientras nuestros cuerpos inconformes vomitan el vértigo de vivir a tientas. Injiriendo alcoholes. Enredados en la lluvia. También mojados. Y la tierra bajo los pies, dura; y el placer más tarde de la mañana azul, con su saliva de lunes. Y los edificios bodrio con columnas de parados habitando a oscuras. Y el recoveco de la Ley, atravieso tu misma calle sin número de la burbuja. Olvidé tu letra y más tu piso y tu altura. Enfilamos por separado la avenida de un lunes, buscando como un hurón la escapatoria, el subsuelo libre de la nieve, el portal abierto de los viernes.

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