O. aficionada
Aparece cemento en San Isidro y la luz se revela en el
granito, como un himno de herida con su hueso asomado. En el siglo en el que
suceden las cosas, los niños no juegan al toro en la calle, ni las luces tienen
hueco en su memoria. La Triana de Belmonte es una Alejandría sumergida. O. Ya
ve los toros en su barrera blanca, jalea con su sonrisa sin hueso ni marfil, el
trazo lento de los naturales. Tenemos ya una hermandad de iris y fulgor, muchas
horas de sueño y madrugada. Tenemos el mismo lado de la sangre y desde tú
partícula más lejana ves tú primera Puerta Grande. Aunque a ti como a mi no nos
gustan los toreros que matan sin muleta. A Chenel tampoco. Si le hubiera gustado esa torería tan setentera de Teruel y su media arrebujada; Ángel Teruel andando por la plaza como un Don Draper de espuma de mar y oro (...).
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