Aparición
El dos de Mayo será otro levantamiento. Un torero que regresa para
aspirar su sangre y circunvalar aquella muerte. Si fuéramos libres nos
levantaríamos como en Madrid el 2 de mayo, plegaríamos las velas, navegaríamos
el mar. Seguir no el camino de las noches estrelladas, sino el de las luces del
Agamenón que esquivó a Navegante. Es José Tomás un profeta con tabla y mechón
blanco que ya solo aparece, como una celebración continua de la vida y del
toreo. Prendió Nimes como si incendiara Troya y ahora vuelve como una aparición
al lugar donde los Dioses urdieron el final: visitando la arena del crimen,
ajeno al circuito y a todos los demás. Ha tomado José Tomas las armas de Aquiles,
el tiene el secreto de Troya y una muleta roja con las flechas de Heracles.
Puede que todas las armas que luce en cada Aparición sean las de Aquiles pero
su armadura y la luz de su vestido no deja de ser aquella que le dejó A.
Corbacho quién guardaba el grial del toreo y el de la guerra. Ojalá el también
reapareciera.
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