03 enero, 2006

MercadosyManjares

Me entrego a los mercados. Los de toda la vida, los que en medio paso cruzas de la casquería, a la marisquería y a una zancada una frutería y una cantina. Sin escaleras mecánicas encuentras floristerías y un despacho de aceituneros. Ni rastro de la secta de ingleses insípidos con traje y mujeres con faldas azules abotonadas debajo justo de sus tetas. En los pasillos transitan viejas con la pensión agonizante, prejubilados con las manos anudadas atrás y sin nada que hacer con prisa en los próximos 20 años. Mamás recién estrenadas que pasean sus retoños enfundados en mil prendas. Y todo es colorido y dinamismo. Y el olor sin perfume que tiene los alimentos naturales.

Compro tres partes de kilo de almejas marinera, que se abren y se cierran tímidamente en la bandeja. En casa espera una cazuela de barro empapada con aceite de oliva. Cuando llegue partiré pimiento rojo o verde y media cebolla. Lo pocharé tranquilamente. Zambulliré en la cazuela media docena de patatas partidas. Se rehogará, mientras hago un machaqueo de ajo, perejil y un chorro de vino blanco de Serrada. Unimos el ajo, el perejil y el vino blanco. Luego el caldo que resulta de la cocción de las almejas inundará las patatas. Sazonamos. Mezclamos las almejas y a cocer a fuego medio. Manjar. Descorchamos una botella de Albariño.


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