Carambola
Faena breve. Deshojo una margarita con hojas de cristal afilado. Me pesan las rodillas cargadas hasta el rotuliano de nieblas y fríos. Escruto los árboles, por si un niño prodigio ha decidido escupir los primeros tallos y adelantar mi primavera. Leo. Descanso y tiro el tiempo por el desagüe de la tarde, una tarde apagada de un azul blanco que mete miedo. Sin farolas encendidas. En estas que me giro y miro de reojo la biblioteca: carambola a tres bandas para suerte de Julio, que ya tiene unas 150 páginas más que timbrar en su memoria, sin tener que recurrir a un tipo de Alcobendas, que tenía un ejemplar vivo de 1980. Lo guardaré como oro en paño. Hasta el próximo encuentro.
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