Paula (II)
Rafael de Paula se apareció sobre la arena. Encajó los botines entre las rayas, como si fuese a mecer una verónica sorda, y caminó hacia los medios con la lentitud de la eternidad, quebrado el paso, sobre la frágil desarmonía de sus rodillas, que sostiene todavía un empaque macizo y gitano. El sombrero de ala ancha calado en la ceja derecha. Impecable la camisa blanca, inmaculada, abrochada hasta el último botón del cuello. El traje gris marengo perfecto. La plaza en pie.
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