Keep me in your heart for awhile
Al final de la semana, la lluvia cesó. Compré libros mientras un poeta sentado apoyaba contra el suelo las punteras de sus zapatos de charol, como si danzara. Me regalé un suéter, del color preferido de Manolete y la letra de una canción (Keep me in your heart for awhile). Al final de la semana una espada de grafito brilla en el pozo moqueta y despido al Capitán Blood inquieto por surcar el mar, inquieto al ver que el vestido me queda como un guante. Un camión vino en dirección contraria y un médico con ojos de terciopelo negro –el mismo de los zapatos de charol- estrena versos mientras envolvían mis libros. Al final de la semana hablé con una hermana hippy al borde de la piscina, di un paseo dulce, corto pero largo, muy largo contigo, me acarició el Jazz del Harlem: que es una habitación más de mi casa, una habitación con una barra de mármol oscuro, un bar en penumbra, un tipo que me abraza con brazos de marinero. Todo eso y más que no cuento al final de la semana. Y un deseo: Keep me in your Herat for awhile.
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