26 febrero, 2008

Bodas de Sangre

Una noche con amanecer de blanco satén. Un vals nupcial con música de Springsteen. La infancia es una frontera de besos. Una armada de cariño invencible. No importa quien se empeñó en navegar por mares a punto de secarse, con el mástil talado y las velas embozando el futuro. Brilla el afecto como una osa polar, como tu falda verde otoño hacía brillos en negro. Hubo un sol radiante, una brisa de primavera, una boda de sangre y arroz brillando en las aceras. Una noche azul con sudor de tabaco, alcohol, humo gris y corbatas flojas; miradas de pupilas como globos, sonrisas a quemarropa, mujeres descalzas con medias de cristal. Después de la noche subimos a una suite: restos de champán descorchado, brillos de oro blanco en los dedos, copas a medias ya sin gas, medio mar de sábanas blancas arrugadas, maletas cerradas. Un viaje por hacer.

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