05 mayo, 2008

Confirmaciones


El coche de cuadrillas de Camarón atravesó ayer la lluvia tropical de media tarde. Gotas redondas estrelladas contra el verde recién estrenado. Un camino lluvioso entonces, que condujo al tendido de casa. A quién confirmó ayer en Madrid le vimos hacerse torero. Vimos de cerca los primeros tentaderos, la educación general básica del toreo de salón, el espejo, la postura corregida, el polvo que curte de tanto pueblo y portátil; el bachillerato brillante de los primeros becerros. Francia y las primeras moquetas de cinco estrellas. Confirmar es corroborar la certeza de algo y Jesús Martínez, ayer de grana y azabache -hilo de arte-, pisó convencido el ruedo ancho de la responsabilidad, dio el medio pecho, compuso la figura de un modo natural, torero y sin ruido de impostura. En la primera tarde de la temporada, dibujó toques suaves y de sus muñecas surgió un caudal lento y embriagador, un natural clásico: por abajo, el enganche adelante, la suerte cargada, el toro atrás. Y el capote dirigido por las palmas de las manos, justo, pequeño y bailado, ganando un paso, la barbilla hundida en la hombrera. Amorantado. Y una media arrebujada, entre Belmontina y Chenel, saliendo andando, torero y llenando la escena. Un torero nuevo al que se le puede reconocer de espaldas. Personalidad propia. Merece pasar la aduana de San Isidro.

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