06 marzo, 2009

Una medalla para Morante


Releo las Memorias de Clarito y me unto la nueva edición de Belmonte de Chaves Nogales. Verónica abierta, luminosa, sol de este marzo gris reposa como lo cuento en mi colchón. Te veo ya lejos. En mis pupilas no se si veo la nieve de Granada y la madrugada a los pies de la Alambra o si veo África: playas inmensas y cielos azules. Mis pupilas son una duda de cristal, una furtiva lágrima. Y escucho la voz de Morante, la voz que cruje como su media verónica, la postura que altera todas la fichas blancas del dominó, que remueve el toreo y agita las solapas de su disfraz. La misma verdad de las muñecas de Morante canta en su garganta. La misma postura. Como Julio Valdeón en Verónica: "el valor terapeútico de la postura." Qué lean los Ministros las Memorias de Clarito, qué beban el aguardiente de la Dinastía Bienvenida. Qué lean el testamento del toreo. Qué miren hacia Belmonte. La medalla de las bellas artes es una carta devuelta desenamorada. Como quiera que se entienda el concepto del galardón, Rivera no representa el arte gracioso, excelso y divino del arte de torear. Ni su tauromaquía (compendio de vulgaridad, valor y técnica justa), ni su lado público y menos su trayectoria, engradecen el toreo, ni lo dignifican. El criterio de Tomás y de Camino, cabal. El arte es una manifestación que interpreta lo real y lo imaginario, con recursos plásticos y estéticos, con gracia elevada. No hay imaginario en Rivera. El toreo a pie es una expresión de belleza. También fuera de la plaza. Pero. Para qué engañarse, el toreo no aparece siquiera entre las bellas artes del diccionario de la Real Academia. Menos en la sensibilidad de los gobiernos, ni en su ministerio de cultura. ¿Puede haber un arte expresado pero dirigido por la Dirección General de la Policía? Hace décadas que es una carta de ajuste para la televisión pública y la literatura o el cine y los aficionados apenas tenemos estantes en las librerías. El toreo es un clavel en la solapa de unos pocos y Francia nos saca un siglo de ventaja. En España el toreo es una anarquía, una guerrilla anárquica, unos pocos enamorados y río de espectadores. Un arte desentendido y sin libreto. La voz de Tomás y de Camino y de tantos debiera estar en eso. Y por cierto quién primero habló y cargó la suerte fue Morante.

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