24 mayo, 2006

Joselito y Belmonte

A modo de Joselito y Belmonte, al modo de Alfonso Navalón -crítico sabio-, la crítica moderna televisiva se vertebraba entre el Palabrero Fernández y el Fenicio Molés. El Fenicio tiene una historia interesante. Me cansa la retransmisión tabernaria en Canal +. !Ese tío señores cómo ha estao¡. No pongo en duda el formato innovador de hace años, ni la retransmisión, técnicamente irreprochable. El toro es cultura y darle un poco más de empaque a la cosa no estaría de más, algo más de altura en el lenguaje, de precisión conceptual en la definición. Un poco más de categoría. Menos sorteos de Jamón –imaginan sortear chorizos Cantimpalo en otro espectáculo serio, en la opera por ejemplo (ahora que viene el entreacto y Plácido se ha ido a mear, manden un SMS con el texto Jabugito...)-. No me jodan. Menos emociones exageradas. A veces El Fenico parece un banderolo que asoma la cabeza por un lado del burladero, jaleando o adelantando la jugada al matador. Menos mal que está Chenel, sabio, prudente y pitoniso: siempre atento mientras El Fenicio se despista con un escote. Sinceramente echo en falta a Fernando Fernández Román y Roberto Domínguez en Vía Digital: más allá de florituras conceptuales y de su escaso sentido crítico, no era un palabrero, ni un chufla y menos un trincón. Me consta. Es alguien que ama la fiesta, que domina el lenguaje y que sirvió al mundo del toro en R.T.V.E.

P.D.- Si les gusta viajar hagan un viaje delicioso y único: El viaje a los toros del sol, de Alfonso Navalón. Recientemente reeditado.



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