Felicidades
Ahora que ya perdemos las primeras batallas, que esta vida sabe cuál es nuestra armadura frágil y las canallas lanzas de la pena atraviesan nuestro alma mantecosa, tenemos también una infantería de abrazos leales a los que dar las gracias, soldados de plomo que nos sostienen como esa espada de estaño que aguanta el peso del guerrero herido que ya se sabe vivo para enfrentar futuras cruzadas.
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