11 julio, 2006

Exilio

En el mundo después de Tony Soprano, en las tierras medias del buen cine ayer fue navidad. Hoy como en navidad, nieva y Paulie Walnuts, Moltisanti y un buen amigo Ruso, han salido a jugar al escondite por la nieve de New Jersey. Esta mañana no fue navidad y mientras yo me bajo los pantalones en un despacho bajo la mirada de una muchacha con las neuronas un tanto engominadas, mi camarada expolia uno de los últimos reductos franquistas. El botín llega y dos jesuitas se me presentan en casa, educados, blancos y tiernos. Como bollos de leche recién salidos del horno. Nos ofrecen el legado metálico y cerámico de una difunta que conservó los retratos de Franco y de la Virgen, limpios después de muerta. El hombre atento, me comenta el problema de los libros de la difunta. Para pasar una noche temática me ofrece varias biografías de Franco fechadas antes de los sesenta y la joya de la causante: las memorias del General Mola. Es por España. Así que después de un día algo disparatado decido exilarme por un rato. Pero me dan otra vez y van mil, con la puerta en las narices y el jodido destello de Living with war.

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