16 febrero, 2007

Vibrar

Vibra esta maquinilla verde manzana descendiendo a tumba abierta por la nieve de espuma del mentón, vibra el cepillo dental que percute mis dientes y mis dudas delante del espejo. Todo vibra, cortan y acarician las esquinas del cambio y el laberinto que te asalta cuando planeas por la ola que traen los cambios de rumbo. Puede que vueles subido en la espuma del mar, sintiendo la brisa y la sal en la piel y que divises un acantilado de roca donde acaben rompiendo los sueños. Vibra la silueta de la fábrica estilo New Jersey y un amanecer púrpura late entre dos chimeneas de estaño. Todo vibra estos días, el diván de cuero, diván del tamarit con sonrisas de hermano que me regala S. Bolín, vibra la moqueta del pozo, que es un vaivén de arenas movedizas que tragan vida, sueño y calma y carpetas y contratos que abren la llave de la banca. Vibran las olas suaves de la piscina, vacía para mí, un sueño de azul y cloro, que esculpe el pecho, que sumerge el tiempo y lo detiene mientras floto, mientras llego hasta un fondo de coral y de abrazos nuevos.

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