31 marzo, 2007

Signatura

Acabó el viernes completamente sábado, con un eco tormentoso, una lluvia de agua limpia y azar. Fuimos a un colegio, un colegio en penumbra, treinta y nueve o cien escalones hasta un lucernario apagado, una sala que tenía por el misterio y lo oscuro, algo de cementerio de libros olvidados de La Sombra del Viento. Un tipo como un guardián iluminado por un flexo. Buscando dos libros que salven un juicio y una tarde de viernes, haciendo correr los estantes blancos como los vagones de un tren, sin luz pero con magia y con la llama del iPod que lo mismo ilumina los lomos de colores del derecho de familia, que hace sonar el eich habe genug o a Dylan o te busca la signatura de una sonrisa o del final de una tarde.

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