05 abril, 2007

Futbolistas


Lleva todavía Juanito el balón pegado al pie por la línea de cal de la memoria. Yo estaba cuando el Bernabeu cantaba aquello de “… Juanito maravilla…”. Vi a Juan Gómez “Juanito” vestido de corto torear con buen aire algún festival: un torero vestido de blanco y Copa de Europa, con los cuadriceps reventando la taleguilla. Juanito era un rey del exceso, un héroe del césped, del balón y el barro y las ojeras de la noche en las botas de tacos. Tenía el duende vertical de los extremos y el olfato de gol iba más allá del límite de la red. Siempre que rebaso en una autopista un camión de troncos recuerdo al futbolista, los años que al volver yo de entrenar soñaba escuchando la Copa de Europa en la radio, un transistor que era una pantalla de plasma, un catalejo y un abono directo al segundo anfiteatro de Chamartín. Era un torero en una pradera verde, un futbolista sin diadema, ni peineta, sin camisitas que espantan el sudor. Lucía Juanito una elástica de algodón con el 7 a la espalda, una camiseta que guardaba el sudor y el espíritu del Madrid de entonces como un tesoro. Era Juanito uno de esos toreros de salón, de faenas de toalla blanca antes de entrar en la ducha. Un torero metido a futbolista por un rato. Cuando se retiró en La Romareda, Curro Romero le cortó la coleta en la boca de riego del césped y no pudo haber mejor final.

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