13 febrero, 2015

Aparición


El dos de Mayo será otro levantamiento. Un torero que regresa para aspirar su sangre y circunvalar aquella muerte. Si fuéramos libres nos levantaríamos como en Madrid el 2 de mayo, plegaríamos las velas, navegaríamos el mar. Seguir no el camino de las noches estrelladas, sino el de las luces del Agamenón que esquivó a Navegante. Es José Tomás un profeta con tabla y mechón blanco que ya solo aparece, como una celebración continua de la vida y del toreo. Prendió Nimes como si incendiara Troya y ahora vuelve como una aparición al lugar donde los Dioses urdieron el final: visitando la arena del crimen, ajeno al circuito y a todos los demás. Ha tomado José Tomas las armas de Aquiles, el tiene el secreto de Troya y una muleta roja con las flechas de Heracles. Puede que todas las armas que luce en cada Aparición sean las de Aquiles pero su armadura y la luz de su vestido no deja de ser aquella que le dejó A. Corbacho quién guardaba el grial del toreo y el de la guerra. Ojalá el también reapareciera.

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