28 abril, 2010

Aguascalientes

La misma escena de hace 30 años. Nadie en el entorno profesional del torero se preocupó por el estado de la enfermería; si por ver y ver los toros en el campo, o permitir el afeitado. Un apoderado debe velar también por los intereses más vitales del matador. Y una figura dar ejemplo. Exigir. Merecería una profunda reflexión en el entorno del torero. Lo comenté con Vicente Zabala.

19 abril, 2010

Puerta de un príncipe clásico

Juli tenía un tenebroso imán hacia la heterodoxia torera. Pensó fuera de la plaza, cosa casi impropia. Logró despejar toda zona sombría y boscosa. Limó la madera de la vulgaridad y se arropó en el diván de un senador torero. Estar a la lumbre de la doctrina de Fernando Domínguez es enrolarse en un viaje de Ulises torero. Despojando vulgaridad, abriéndose camino por el clasicismo, Juli se rehace hace tiempo en un torero puro, clásico, tan libre de mezcla de otros estilos. Su cintura se ha esculpido para ser esa goma de carne y piel de Antonio Gades. Y su mente es luz: solución para la lidia y la distancia. Todo pensado en la faena. El toque, la muleta planchada la pata adelante, es gesto y herramienta reflexionada. La consciencia en el metraje del natural o el redondo, mandado, sometido el toro: toreado. Una cosa es que el toro pase y otra que vaya mandado. Esa mirada puesta en la misma pupila de la torería, aquel doblón tan Domínguez en la orilla del Guadalquivir. Natural de mimbre y poder. Su forma de enfrentar al toro, la rectitud, tan lineal, como el caudal de un río. Dice Umbral en Mortal y Rosa, que las manos son arte y creación y los pies son piedra. Son piedra también los pies de Juli y sus muñecas una expresión de hondura y profundidad para el redondo y la verónica. Hace días, viendo una fotografía de un cite de Juli, yo le decía a un amigo que me gustaría citar así a la vida, tan recto, dispuesto el medio pecho, corazón tan torero. Se fue Juli en hombros de la Puerta del Principe, como bailado entre paraguas negros y agua y voces y lluvia bajo la sonrisa del puente de Triana. A la orilla misma de este Guadalquivir bajo la mirada clásica del pecho de Juan Belmonte. Elegido ya entre los clásicos.

16 abril, 2010

Abril, 16.

Yo quisiera rehacer tu bronquio, volver y volver. Enredar entre mis dedos aquella melena de tiempo. Peino recuerdos. Regreso y regreso. Volver y volver por la senda de trigo de los años de purísima y oro. Aquel tiempo guardado, inmortal: detenidos los años como el aire que guarda la copa boca abajo de un mantel. Nosotros que vimos conmoverse la tierra en mitad de tus abrazos. Nosotros que te queremos tanto.

11 abril, 2010

Ciudadanos de la muleta planchada


"Le pidieron a Antoñete que pusiese la muleta planchá...Y fue el maestro y la puso como para perpetuarla en bronce". De noche, homenajeando a Vidal en este libro grande y con trapío, Toro, de Ramon Massats y Joaquín Vidal. Los Housemartins ayudan, se van asentando en esta noche acolchada y abren en el metal callado de la noche un claro de luz de domingo. Vidal fue una voz grave y un predicador de la verdad. Fue madrileñísimo. Como un relámpago adolescente me cayó el trueno de aquella crónica homenaje a Chenel: la muleta planchada. Y lo entendí todo. Todo lo que mis ojos de niño no podían ver en el acto. Porque aquella muleta planchada era un resplandor de verdad y poesía: "La presentó Antoñete tan frontera al toro, tan geométricamente perpendicular a su lomo y su línea de flotación, que no cabía más...la muleta planchá era un símbolo y mostrado de avanzadilla en todo su explendor, vino luego la verdad de la vida, la realidad del toreo, y eso lo interpretó Antoñete en su cabal grandeza". También era Vidal muleta planchada de la crítica, ajeno a todo vedetismo, se situó tan lejos de la coquetería del alamar, tan cerca de la lágrima de la afición; Vidal luchó como un pasionario cabal por el respeto al toro y la verdad del arte de torear. Y por la afición. Por nosotros. Aún le vemos así en el tendido de granito, lluvia y fantasía de Madrid, fotografía tan reveladora: aguantando todavía el aguacero, impertérrito, clasiquísimo, resistiendo en la frontera de este fracaso de almoadilla, esperando ganar la batalla del país rojo de la muleta planchada. Añoramos a Joaquín Vidal.


Estadisticas blog