24 noviembre, 2006

Sábado 25

Te regalo flores blancas sin tarjeta, quizá sea como escribir un poema sin palabras, un cuadro vacío al estilo de Juan Gris. Te doy ahora en cambio una rosa de papel que como escribió Gil de Biedma, queman lo mismo que una frente pensativa. Esta fecha que linda como un cercado con el abrazo partido, esta noche con pijama de purísima y oro, que me llevará al sábado entre un oleaje de sábanas y sueño; un sueño pactado para si tú quieres, te pases entre el azúcar de las pesadillas, para vernos un rato y si nos da tiempo el despertar, con la coartada de la luna llenándose, descorchar otra botella de vino.

20 noviembre, 2006

Prólogo


"Reconocí siempre la misteriosa y ancestral pasión por el toreo; una lucha entre el animal y el hombre que ha existido desde épocas remotas, esas que los racionalistas llaman salvajes.
Pero nunca fui a los toros.
He gozado la intensidad de la vocación que llevan en la sangre familias enteras, que ya de chicos los posee, los enamora, como antes los hubo en el teatro, y en los circos, unidos por momentos apoteósicos en las plazas de España y de Ámerica.
Pero también por el peligro y la desgracia.
Un rito que ha unido latiendo a todo un pueblo, una celebración que da sentido y marca la existencia.
Tremenda y conmovedora la narración de la hora en que ha de retirarse el torero, quitarse su traje de luces, hacer por última vez la entrada solemne entre el canto, la banda de música, la belleza de sus mujeres y los gritos de su gente.
Es un libro escrito con pasión que parece estarnos entregando los últimos acordes de una historia antigua, de una manera de vivir ya casi sin lugar en el tiempo."
Ernesto Sábato
Prólogo a Pasa un Torero
Curro Vázquez desde dentro

18 noviembre, 2006

Humo en Fort Apache

Hubo caladas, como entonces. Y sensación de familia. Me despedí del newyorkino, el niño de brooklyn vestido con el mismo terno catafalco. Nos despedimos al estribo de un taxi, así como en el verso de García Montero: ” tú me llamas, amor, yo cojo un taxi”. Bajo la luz quemada de las farolas, con lunares de lluvia en la visera del casco, yo, el banderillero de esta familia, fui acelerando hasta las horas que se tatúan al recuerdo como muescas en la corteza del árbol. Fumaron más que entonces, se mezcló el aroma de clavo del Lagavulín, con los arañazos de los corazones sin tráfico, sin pulso. Fumaron cigarrillos blancos y se llenaban de humo las risas y la música de Dylan y Young, sentada con nosotros en el sofá, acercándonos, certificando el mundo que se ve más allá de la línea del mar. Hablamos sin parar, de lo nuestro, del cine, de la manca perdida en el camino. De los libros que hacen soñar. El Hombre de Huete, enjuto, serio y templado, atento como una esponja, rematando las últimas embestidas de la botella de Lagavulín con jarabe de Coocacola. Julio hablaba por teléfono, dando vueltas al ruedo de una mesa antigua, perdiendo el cigarro blanco, como quién pierde la muleta al comenzar la faena, tomándose la vida como viene, sin condón, sin casco, haciendo un triple mortal si se tercia, con o sin red, regalando el genio a chorros, como los toreros machos que no pierden valor por abrir el caudal de las femorales. Los primos que son igual de hermanos y dos gotas de océano parpadeando al final del sillón, como un reloj que marca el tiempo de todo esto. Los cigarros que se encienden y se apagan, los abrazos que suenan por bulerías y los niños que respiran ajenos, que navegan en un mar de cosquillas. El lucernario a lo lejos como una silueta desnuda y oscura, cerrado por derribo, por que hoy disfrutamos frente a frente echando una timba con la vida, con tapete de ibéricos, quesos y buen vino y con humo que niebla como un misterio lo que vendrá: quién sabe si como entonces, la puerta del príncipe o el hule cabrón de la enfermería.

14 noviembre, 2006

Ficción, Cesc Gay (2006)


Ficción bien puede ser un poema llevado a secar a la sierra de cadí. Un poema que parece no contar nada y cuenta un mundo. Ficción, como esos verdes toreros sin hacer, te cautiva por lo que se intuye, por lo que desprende la mirada de Eduard Fernández, por lo que explica un silencio. Cesc Gay, cuenta lo que no se ve de manera contenida, casi simbólica, lo que se siente dentro, lo que hay tras la cortina de la vida que pasa: quizá los deseos no cumplidos de la edad tardía o el desconocimiento de quienes somos, o lo que flota como un cuerpo inerte antes de decir si a la fidelidad y dejar en el camino los amores que se cuentan por minutos. Cautiva la hermosa contención de los personajes a la hora de mostrarse y cautiva la interpretación de Eduard Fernández, que bien podría ser la continuación de su anterior personaje de En la Ciudad, mágnifica película coral también del director Cesc Gay. Por cierto, la canción are you the one ( I´ve been waiting for) de Nick Cave & the bad seed, y toda la banda sonora, suena como una brisa oportuna.

11 noviembre, 2006

Descabello

Mirando por el ventanal, parece que este es un verano dormido a fuego lento que transita hasta la primavera. Miro el televisor, Zapatitos en el senado con traje azul pavo, probablemente a medida. Le sienta hueco, desencuadernado. No hay sonido y sus gestos como su traje son huecos y blandos. Espero un reportaje a la luz de la chimenea: Arnás vs El Juli. Tras de Juli, hay una trastienda llamada Domínguez. Roberto ha dado un giro serio y respetable a la carrera del niño prodigio. Desapareció el padre, que en los mediodías de toros y moscas, asaltaba sin piedad la banca de empresarios humildes o no, con aire de sheriff, puro humeante y ojo a la virulé. Juli vive en un estado de decadencia en equilibrio, es una decadencia anunciada pero no resuelta, a veces una decadencia brillante y valerosa. Es irreprochable su sentido de la profesión y su entrega, pero los vuelos de la lopecina tocaron el cenit demasiado pronto. No hay más pólvora que la gastada. Siempre me pareció un torero al que le faltan demasiadas cosas y que de su propio apodo no podía llegar la leyenda. Leyenda que no mito, fue Fernando Domínguez, que hecho bronce vive apoyado en el estribo de la plaza de toros del Paseo de Zorrilla. Leyenda será su sobrino Roberto. Distinto y torero siempre. Torero en la calle también. Capaz. Su muleta era brillante y tenía la misma chispa que su oratoria. Todo era perfume torero en Roberto Domínguez, los gestos en el burladero, su andar, sus doblones toreros con la rodilla genuflexa eran naturales de elegancia suma. Aquel mando en plaza añejo a lo Domingo Ortega. Aquella danza solitaria con la muleta en la izquierda, acariciando templadamente la mirada del toro y el descabello en la derecha. Resultaba emocionante, consiguió elevar un recurso funcional, un trámite administrativo casi, a una suerte artística, de ágil torería. Una descarga eléctrica de olés, directa a la emoción.

05 noviembre, 2006

Noviembre

El concierto número 5 en fa menor de Bach, es un natural, largo y cadencioso, que inyectado en el cerebro calma todo sarpullido. Oigo la lluvía fría desplomarse sobre las uralitas y la noche me atrapa en un sudor cálido, tranquilo. Al levantar la vista veo la Gran Vía, caída la noche azul, llena de tráfico, Callao y los edificios pintados con trazo blanco. Oigo el calefactor y tu corazón lejano latir entre esta lluvia de madrugada que empapa noviembre. Subiremos hasta la braña de este otoño, hasta la cita rota de un abrazo de final de mes, cuando las hojas agotadas de este noviembre crujan bajo nuestros pies y tu recuerdo me vigile como un lobo que vuela y aúlla por encima de la lluvia.

04 noviembre, 2006

Hierro, voz de piedra

Despedida
Yo que por no guardar no guardo ni las apariencias, conservo en la alacena del corazón algunos dibujitos que José Hierro, con quien tanto quería, trazó con el café insomne de Viridiana. A punto de cumplirse los dos años de que se mudara al otro lado de las nubes, huérfanos de su voz de piedra (no de piedra pequeña como tú, sino de piedra pómez) un racimo de fieles le recordó pasadas tardes en el Ateneo de Madrid. Hierro, que en contra de su apellido sufría en los últimos otoños una frágil salud, llamó bruscamente a un amigo del alma para citarle a comer. Tras la sobremesa, trufada de bromas, chinchón y toses, Pepe le llevó a otra habitación. Allí entre pocos, pero doctos libros juntos, incendió un cigarrillo con avidez y pausadamente, sin dramatizar, musitó: "Te he llamado para despedirme", y tras una caladita añadió:"Y eso que cuentan de que si te lo propones, tienes voluntad, luchas... puedes retrasar la visita de la muerte, tan callada, eso, también es mentira". Falleció esa noche. "Lástima grande que haya sido verdad tanta tristeza".

02 noviembre, 2006

De Mañana

Salí bajando la cuesta. Los gitanos bajando fardos de las furgonetas. Pronto, con la luz del sol recién salido, las caras lavadas de las gitanas, hablando en grupo. En negro, todo en negro, farfullando palabras que son lamentos. Plásticos, tenderetes, invernaderos donde hacer montañas de zapatos. Huele a cuero, un gitano con el peluquín de Camarón me toca el claxon fuerte y me suena como el trueno del despertador a las tres de la mañana. El más madrugador un tenderete de bragas y sostenes, colgado como ropa tendida, las mujeres estiran y comprueban el género que algodonará su sexo triste. A paso ligero el túnel de Labradores, sórdido y gris, parece que a su salida vas a encontrarte a los grises de espaldas caminando entre seiscientos y años 60, Labradores arriba. Llego al centro con el iPod con diarrea, en un periquete, los pimpollos me entregan el sobre. Ella con el tanga en el segundo piso de la espalda. El sobre al bolso y el gps del instinto me susurra: gire a la derecha tolai y respire, mire tío: tome el sobre y marquesé un pasote escapando de este ruido, cárgate la monotonía, cuelga las camisas con gemelos y la cáscara de la espera, aprieta los puños y veras como todo cruje. Como una nuez.

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