20 mayo, 2013

Pepe Luis



Pepe L. Vázquez desvela el toreo. No lo dejará dormir. Ni siquiera ahora. Un toreo natural. De la calle, de aperos, “chismes” mínimos: capote para torear al aire de la calle, como para hacer la tora al sol, sedoso como una cortina, la muleta también sintética y el cuerpo naturalmente asentado. La gracia traspasa el papel fotográfico. Su hijo tiene también ese sello, más Bienvenida creo. Ahora a salvo de Morantinas excepciones, va por otras calles, si aquel toreo transitaba por calles de Triana, este de ahora transita por la “burbuja”, por la frivolidad de las calles anchas y  vacías. Toda aquella creación del toreo clásico pasado por Belmonte, Chicuelo y Manolete, es ahora cuestionado por el toro del siglo XXI, en el que cruzarse, dar el pecho, cargar la suerte, es las más de las veces un recurso literario y estilístico, que un fundamento técnico y necesario. Ahora se torea como Pereda. Aclamado por la crítica el otro día: el arco de las piernas como el arco del triunfo, el cauce del hilo del pitón, horizontal el trayecto del toro. Solo en el blog Torear tuve consuelo en esta manera de verlo. Luego Talavante, des-gestado, poéticamente triste, como herido en el ánimo desde el paseíllo, sobrecogido, nada firme, la lucidez perdida, la torería desamparada, ni un solo toro bien lidiado, tan acostumbrada últimamente a sacarse la muleta por acá y por allá en plan Tamariz. Tampoco existió el  Victorino. Existir, existe Pepe Luis, que frenaba de esa manera a los toros, para verse con ellos de cerca, deslumbrado el toro ante un Dios de capote rosa y pequeño, en el que circulaba la gracia más Sevillana. Larga vida a Morante, su heredero en la tierra. Y a su nieto. Que debute pronto, igual de rubio y natural.

09 mayo, 2013

Cumpleaños



Esta ciudad donde creces es una ciudad sin mercurio, lugar donde cae la lluvia como un metal más de la noche. Creces en otro país líquido, lúbrico, lleno de zinc, mercurio y literatura. Hierro nuestro deseo por tu amanecida. Escuchas la música, el ruido de los rifles del cine, las voces, el run run de los vermuts, el crepitar del habano. Ves depedir los coches azules. Yo solo quiero de momento que tus ojos se hagan verdes, allá dentro. Verde mientras buceas, tenuemente hasta verdear el círculo de la púpila, y la piel traslúcida. Yo quiero que escuches el clarín de este San Isidro sin Chenel, que comienza hoy, que sientas de momento el galope del toro sobre la tierra, y sus astas lumínicas que abren el aire y la seda,  la seda del mismo capote que te envuelve en la casa que proteje H. Hoy este día que tu surfeas algas  y creces con cautela, imbatible al desamor, cumpliendo días, como Juan cumple también hoy años. Inolvidablemente. En el mismo lugar donde no habita el olvido.

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