22 diciembre, 2008

Barna

Tomé taxis, un avión de hélice, trenes lentos, rápidos y el tren perfecto, metros que ensucian la piel, vagones que bucean el día. Dormí solo en una cama blanca. Vi el mar de invierno. Barna tiene una poética de pedaleo en bicicleta, un toque perezoso y provinciano. Palpé su costra de abrigo burgúes y su luz de escena de Woddy Allen, su marzo en diciembre. Barna tiene su Harlem como el nuestro, lo vi: una fila de taburetes desnudos y una negra con los labios rojos cantando por Diana Krall. Me perdí hasta sentirme descalzo. Comí mal y cené peor, pero me bebí la brisa del mar y el runrún de triunfo Tomista y farlopa que vuela como el eco en la Monumental. La Monumental es un refugio antiaéreo y español y José Tomás la Resistencia, el fleco del último suspiro antes de ver arder París; su natural la bandera roja. Tú me trajiste aquí cuando yo no sabía aún que las playas quemaban. Me acuerdo: el calor, el R12, amarillo, tu codo acribillado de sol en la ventanilla y mi muletita en el maletero. Me despierto en un tren de cercanías y los sms son una excusa para sentir el frío de los besos mesetarios. Abro y no abro Verónica: otra excusa para sacarme del mundo. Resisto. Entre vías llego a Madrid, vuelvo a casa y pienso en mi madre y en esa cosa tan bonita que me dijo. Y el subidón, la fiebre, la droga no fueron los contratos, ni la prisa, ni si llegaré, ni el gol que quita las telarañas a una cláusula; la metadona de este día tristón fue Morante y Jaime con esa abrazo tan torero y cinematográfico en mitad del pitido de final de partido de un tren que atraviesa el fondo marino de una Iglesia. Morante desafía su tristeza y a Sevilla, separa el agua flamenca del Guadalquivir con encaste santacoloma, con sueño, y pasión torera. Con esa pasión de cantar de gesta que ya no tiene el toreo. Luego pasará algo o nada. Los sueños tienen también su puerta del príncipe.

13 diciembre, 2008

El Corazón Helado

"... no existe trabajo, ni esfuerzo, ni culpa, ni problemas, ni pleitos, ni siquiera errores que no merezca la pena afrontar cuando la meta, al fin, es la alegría".

Almudena Grandes.
El Corazón Helado.

11 diciembre, 2008

Adios

Antonio era todo corazón, bonhomía al galope, sus latidos daban sangre a toda la barra de amigos, sus antebrazos de marinero, sus manos de hierro. Sudaba vida; hacía el mejor te helado con limón que he bebido nunca, bebía Whisky y ginebra y alcohol de quemar como manzanilla y su bar era un templo de Jazz, memoria y distinción. El carmín rojo y los tacones de aguja eran su raya blanca y la barra negra de mármol, su colchón mullido. No merecía dejar su piel de hierro en el asfalto. El Harlem de ayer, en penumbra con esa luz de vela encendida que se apaga, lleno y callado por Miles Davis será un recuerdo para siempre. Nunca cerrará el Harlem. Al menos en la memoria. Y será la barra en la acodarse siempre, cuando llueva fuera. Cuando arrecie el frío.

09 diciembre, 2008

Madrugada de viernes

Para Juan que apagó y encendió tantos bares contigo.
En la noche del viernes reinaba la lluvia, las miradas mojadas que se pierden en un bosque de humo. Hay todavía piratas con garfio y parche en el ojo que reman en lo oscuro. Gente que pierde siempre en la timba del sexo. Avanza la noche más quieta y oscura cada vez. Se apagan los bares. Los bares son los faros de esta meseta sin mar. Altavoces histéricos arañan por dentro y solo calma el frío de los hielos. No es pensable que surja en lo oscuro el día, ni que circulen periódicos y brote el café. Tiemblan las luces verdes de los taxis como un patinete que no hace preguntas y te lleva al fondo del mediodía. En el murmullo de los oídos todavía navegará el ruido como dentro de una caracola: las voces: disparos de nicotina; el humo que maquilla la piel y riza el pelo: gas de la noche; el hielo deshecho; la cáscara de limón al fondo de la madrugada; la ginebra de noche: paracetamol que cura y olvida. Regreso en tu coche de hierro. Me porto bien. Me voy pensando en ti, la ciudad de las cinco tiene un vaivén que no tiene el día y la geometría de lo oscuro es más perfecta y canalla. Busco "el alba rayada y que se desplome en la espalda violeta de Granada..." Pero aquí no hay Alambra. Ni nieve que ponga luz y rostro a la noche.

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