24 junio, 2008

Titanio

Se rompen tus gafas. El recuerdo es más fuerte que el titanio. Más brillante y febril. Jaime vino a casa como si ayer hubiésemos estado en aquel fuerte de Mojados y anteayer Juan atravesara el verano con aquella movilette roja. Su voz atraviesa como una luz el bosque de los días. La huella del hombre bueno es una luna blanca que nos guía. Después de la falta uno se siente en un jardín extranjero con los muslos dibujados de cicatrices. Detrás de los abrazos hay un desierto de arena caliente. Sed. Oigo la lluvia, la tormenta que de noche se amontona en la ventana, por mis rodillas camina un batallón de cristales. El perro nublado duerme. Tu fondeas en una playa de sábanas blancas. El tiempo se enreda entre las piernas del sueño y yo miro a través de unas gafas el túnel del sueño de esta noche. El sueño es más fuerte que el titanio.

16 junio, 2008

Teoría del toreo dramático

Me emocionó siempre la pureza de José Tomás, la poesía dramática de su toreo. El valor al servicio del toreo caro, del natural largo. No me emocionó la propuesta del siglo XX, el toreo plástico y estético, la analgesia de Ponce, el tufo fábril de Joselito, el toreo que llega al tendido cansado. Muleta afónica. Está bien un toque de sal de eco atávico, de toreo antiguo, de gesta Belmontina, un gesto, un toque de tambor. José Tomás prende fuego a la razón cuando falta el toro, convierte el toreo en un circo romano: lucha de gladiador, el olé escondido, los gritos del miedo. El toreo es un arte evolutivo, un testigo de técnica y conocimiento, una jarcha que se canta de generación en generación. ¿Dónde esta el límite del valor? Quizá el valor fuera la arquitectura que haga fluir el toreo racional: no olvidar que existen terrenos y distancias y caminos exigidos por la condición del toro. Esa sería la frontera: las leyes de la tauromaquia como biblia torera. No olvidar que hay toros que no admiten otro camino que el espigoso toreo sobre las piernas. Toros mansos que necesitan su alpiste, su sitio y sus suertes. Hay toros de cara y cruz y un terrero, una distancia, un toque exacto. Hay una matemática, una ecuación técnica que aplicar a la condición de cada animal. Una jugada de ajedrez. La pregunta es si hay recurso y tauromaquia después de la gaonera y el estatuario, iluminación de toreo cabal. Si hay recurso para el Victorino. Si el toreo de Tomás es largo o corto. Un gesto es echarse en la cara del toro para asegurar un triunfo. La sistemática sinrazón. La suerte de matar tiene recursos para no ser cogido. Quizá en Tomás haya un lado oscuro, algo que despachar en una timba a vida o muerte. Llega Tomás hasta un paisaje de arena tenebrosa, oasis de sed y muerte, un mundo de astas que se multiplican, olor a carne abierta, jirones de corbatín, un lugar donde ya solo el diablo llega hacer el quite. Conquista José Tomás el lugar sagrado del toro, la poza donde caer herido, una amanecida donde saltar por encima de la muerte. Esa es la intención, templar el viaje de la cornada, no claudicar ante la muerte sino olvidarla, pasar su fielato. Derrotarla. Fiebre y tomasismo y la feligresía desbordada, olvidada de razón. Madrid sin rigor. Prefiero el Tomás de pureza, enigma y misterio vertical, sin borracheras de cloroformo, la dosis justa que no emborrache que de el punto. Ese punto del toreo emocionado. La revolución de Tomás no está en la vuelta al éxtasis romano, corre por la sangre de sus muñecas escaleras de corazones que suben y bajan dispuestas a crear el toreo bueno, a parar el tiempo. También la revolución verdadera y callada de José Tomás estaría en su voz. Una voz que clamara por el toro íntegro en cualquier geografía. Contradicción: el mismo torero que enamora un día Madrid y al otro lo llena de angustia y baña la plaza con luz de quirófano, acepta el juego tramposo de la periferia. El negocio del toro desalado. Esa sería la gran figura, la que cambia el rumbo dentro y fuera del redondel.

12 junio, 2008

Nocturno sin verano

La primavera es una reyerta entre el agua y los cielos azules. En mi mesilla hay pétalos carmesí y una rosa desnuda. Hay barcos que partieron hace meses fondeando en alta mar lejos de mí siempre y hay mareas de sal que dejan arena en los bolsillos. Pero todo sigue. La luz limpia y enjuagada de este junio, tus besos, el deseo de los cielos azules, de la ropa abrasada por el sol, el sueño de playas donde descansar el año entero. El delirio del día 5 y mi corazón cosido a un capote. El techo y los fogones de Fort Apache. La voz de Jaime al otro lado del teléfono. La mirada nublada de Camarón que me sigue a todas partes con su lomo empapado de tormenta. A diario me conformo en el polvo sucio del desierto del pozo moqueta, ensayo el mar en una piscina de cloro todas las tardes. Buceo por debajo del día y al salir a la superficie me recoge la noche con ese latido de luna, y al volver cruje el viento del recuerdo de mi padre detrás de la arboleda, se caen las huellas que deja el día sobre los hombros. NInguna paloma me llama y pesan las llaves y el día y los besos que me faltan como un llavero viejo de hotel. Abro la puerta de esta manada de lobos, la casa a oscuras, el perro nublado. Tus besos sin luz.

09 junio, 2008

Curro por Ilusiones

Con sesenta y seis años, si me embestía
un toro me iba hasta los medios pegándole
lances, como si fuera un novillero. Luego,
en frío, me daba miedo de mí mismo, y me
preguntaba ¿pero adónde te has ido, Curro?
Y es que me iba detrás de mi sentimiento.

06 junio, 2008

Republicano Zar de los toreros



En días como ayer miro al cielo redondo de Madrid. Beso tu memoria por regalarme la mejor herencia: que fluya mi sangre hervida, que lata mi corazón por gaoneras, que me levante la emoción en el granito de Madrid y que los truenos sonando de Las Ventas sean heroína en vena, día para la noche, como aquellas tardes Chenel, el cielo en un mechón blanco, lila y oro: aquella tarde de Curro, tabaco y azabache.
Si antes fue Joselito y Belmonte. Si Manolete revolucionó el toreo e inventó la verticalidad. Si Ordóñez lo subió a los cielos, lo barnizó de arte máximo y definió el clasicismo. Si ellos fueron, José Tomás es el heredero. Tomás cada tarde en Madrid vive una vida a costa si acaso de la muerte. Anda la arena esquivando el alacrán del miedo. Impávido. Detiene el tiempo y lo llena de cuerpo, de importancia: solemnidad y sacramento. Este hombre pálido y enjuto, cintura de mimbre, busca el temple y la perfección como nadie, el mármol cincelado, la comunión con el toro. Hay un rayo de luz de hielo y quirófano que le sigue y que se espanta con el natural inmenso, que se muere y cruje como la madera en la trinchera inmortal. La teoría del toreo cruzado, la pata adelante, la muleta adelantada, el cuerpo ofrecido y los muslos en prenda: si no pasas, sino quieres tomar el camino de la largura infinita del natural, sino me das vida y latido: toma mis muslos. Eso es lo que escalofría de Tomás. La ofrenda en el altar blanco del toreo. Templar lo destemplado, acallar el murmullo, silencio poético. El sacerdocio, el conjugar el sentimiento trágico, con la perfección en la suertes. El trance de la cogida asumido. El escudo un vestido de seda.

Ayer el centro del mundo era un redondel de arena, una anochecida lorquiana, el rey un príncipe destronado, José Tomás prisma puro de purísima y oro. El silencio corría a la velocidad de la luz a través del granito de los tendidos, como el rayo que cruje el hielo. La plaza helada cuando José Tomás quieto, vertical, inició el sacramento refundado de la gaonera. El capote torero y ceremonial a la espalda. El toro que pasa ceñido y toreado lamiendo los machos. La gaonera es una milésima de natural, un latigazo de emoción. Hay una pasión por vencer Isleros, por cruzar todas la puertas del príncipe. Ayer Tomás desempolvó la esencia misma del toreo, porque no siempre torear es torear. Ayer los clarines anunciaron la gloria y una muleta venció la tormenta y resucitó la momia de tanto toreo dormido. Más grande sería Tomás si conquistada Roma, cruzara la Galia también de la periferia y vestido de purísima y oro levantara la voz contra la torería que quiere leyenda y poesía con el toro de barro mutilado.
Fotografía David Cordero.

05 junio, 2008

La otra cara de Madrid

La vida es injusta, el toreo también y Madrid más. Si Juli, Ponce, Ubrique… se presentan en Madrid con el justísimo primer toro de Cuvillo, se arma el Belén. Curro Vázquez maneja la diplomacia como en la ONU y se busca un sobrero impresentable que sustituye a un lamentable novillote de Cuvillo. Si pasa con otro arde Madrid. Cayetano tiene pasarela, glamour y andares de príncipe. También torería innata, temple y otras delicias toreras. Pero es un torero corto y verde como esta primavera lluviosa. El primer toro bravo, se fue sin probar el jarabe de arce del toreo de mano baja y muleta arrastrada. Faenas las dos sin ajuste ninguno. Toreo despegado y el pico que liga, el toque con la superficie más al este de la muleta. Si es Ponce, en el 7 hay un canon de pitos. La historia de Morante, otra cosa: resucitó a Chicuelo y a Belmonte, embadurnó la tarde de voluntad, torería y mucho arte. Ese arte que le salva a Morante del extravío. Ese capote que vuela con el aire del cielo, que mece la bamba casi por naturales, que pone en pie el recuerdo de los dioses capoteros: Paula. Un regalo de los dioses cuando creíamos que no habría vida ni escalofrío después de Curro, ni un capote que abriera más los cielos después de Rafael de Paula.

02 junio, 2008

Despedida

Mi familia lleva peces en las venas. Sal en la sangre. Al final de un mayo de cielos de plomo y aguaceros murió el que fue capitán entregado del barco. Entregado al azote de las madrugadas, de las mareas y del frío. No se porque es tan corta la vida y tan largo el trabajo. Entre la alambrada de la vida y de la muerte no entiendo casi las esquinas de absurdo y olvido de los adultos. Me quedo con las lágrimas de un niño vestido con una camiseta grande y verde de los Lakers; un niño que llora a trueno limpio la despedida de su abuelo. Un huracán de bondad y sentimiento limpio que desnuda las escamas de lo que importa.

Estadisticas blog