Liquen
Hay un verde liquen que crece en tus ojos. Dime sino puedo
quererte así, tú que ayer llegaste sola a la orilla del mar. Tú que me llamas
por mi nombre. Que dejas caer tu sueño desde un precipicio hasta mis brazos. Yo
te anudo a mi y en la bicicleta atravesamos el verano y volamos juntos por todos
las fronteras de tu mapa que acaba en Oslo. No existe el nuevo mundo para ti.
Y la tierra aún no es redonda. Ves la luna como un lugar que alcanza tu
zancada. Esto sucede en la hora en que mi vida quiere ver la verdad de los
puentes derrumbados, la espera de las flores que deja en suspenso la niebla que
aparece ya, mientras este tren cruza la sierra como un estuche que rompe el
monte y la roca. En esta bala implacable de la noche pienso en ti que masticas
los besos que nos das como un talco de amor puro. Tú que reinas en la edad de los
sentidos y en tú cabeza ruge un baúl de abejas, tú que creces como una duna
blanca. Ahora que ves gatos entre las alfombras de esta casa y los planetas que
cuelgan de la noche, quiero estar a tú lado en esta noria y “esperarte” todas
las cosas que me entregas.