28 enero, 2013

Vermut

Volvemos caminando en días inconstantes. Nos quedan rastros, marañas, pocas conjeturas. Caminos dudosos. Tus ojos como el Old Fashioned. Más rastros y carreteras dudosamente ciertas, caminos transitables al sol, como la trama con amigo. Estribillo: golpearle al sábado, dejarlo sin siesta. Avanzar el vermut, como una infantería, como un beso largo, tanto como un túnel. Puedes juntar la mañana y el mediodía. Poner el rojo del Campari en el atardecer, hacer niebla de una nube de Habano. Puedes juntarlo todo, hasta que el sol es ya una nostalgia, atravesada por el puñal de la noche. Podemos parar las balas. Con la mano. Y tú y yo salimos de un sótano con arcos como párpados de ladrillo, habiendo mordido la fruta del cocktail, su almíbar, el vértigo de las mujeres rubias: ese es el prodigio, el trazo de las curvas. Entonces nada que anteceda a la célula. Luego tú vuelves duchada por la siesta de la tarde. Redondeándote. Con el alcohol veo sombras como togas. La noche no tiene paredes. Te veo solo caminando por New York. El sueño es inmensamente ancho. La nieve donde vive Jaime muy blanca.

14 enero, 2013

Old Fashioned


12.12.2012 responde a un número y a miles de células. Somos nosotros atravesando el tiempo en una numeración infinita. Cruzando un torrente de sangre latida no más que por el amor, superando el viento. Estarás la primera en buena lista. Manejo listas como Juan. Veo a través de su bigote rubio la vida. Muchas veces. Azulmente, reunidos casi todos al fuego de  la nostalgia, los recuerdos crepitan como la madera ardiente y Otti  es desde luego la madera más parecida. Hasta su zancada en la calle pisa la misma baldosa,  el mismo sueño.  Abrazo a Jaime como a un poeta sin patria que va y viene conquistando ahora el frio antes la lluvia. También te veo entre la niebla más niebla atravesar enero con tu cochecito azul, no hay automovil más literario, es coche y maleta y caballo azul para bajar la ladera de Peral. Y amigo. El cochecito azul que hará girar las veletas, agitará faldas de colores, banderas de estrellas, bordillos de New York. Los  árboles de aquí y de allí te esperan, y te sabrá fresca el agua de las fuentes. Fíjate si un día en el Hight Line, recuerdas una tarde crujiendo el hielo de tú Old Fashioned, la hebra de aquel crujiente manjar francamenete torrezno . También nosotros estamos algo Old Fashioned,  la cereza machacada como el cocktail de Don Draper. Después en pleno invierno envolví un poco bebido las mandíbulas de Juan Belmonte, el libro de su memoria torera para Alberto. Regresé a  la primavera lluviosa de Sevilla. Alisé el vuelo de mi capote rosa en pleno Fort Henry como un hijo del mito Apache y me puse a Juli en aquella faena de 2010: la verónica larguísima, el toreo con mensaje:  Úlises rubio superando todas las olas de su vulgaridad pasada. El empaque, el toreo con mensaje desparramado en el agua de la lluvia que no era clara sino rosa. Alzado en hombros más tarde,  por todos los  paraguas negros de Sevilla. 

(c)foto arjona.

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