Pandemia y Celeste
Mueves al pasar las primeras hojas de los árboles sin nombre. El corazón tiene un temblor de mitad de un puente y yo creo que el derecho penal tiene su pena justa que alimenta. Las horas aparecen enmoquetadísimas, con un trasunto de sicarios que hacen perder el sueño de un soldado. Tramamos soluciones en un patio carcelario. Quién pudiera abrazar la sentencia de Polly Wallnuts.
Van cerrando las heridas sin costura y en las noches, tras volver sin encontrar luces, planos para una ciudad oscura, son para Jaime Gil de Biedma, Pandémico y Celeste; y para ti que cumples años y me abres los palacios de esta vida. Y para Nora que apareció en mitad de una tormenta de verano.