José Alvarez "Juncal"
Juncal es barato y es un lingote de oro. Un pasodoble inmenso. Compro y me regalo una nueva edición de Juncal. Juncal es la memoria UHF, héroe y canalla de mi padre. Sombrero blanco sensible, sinverguenza y torero hasta en los andares. Es Juncal lo mejor que ha dado el celuloide. Enfoca el toreo desde el perfil amargo de fracaso, por una rendija se atisba el significado de la gloria y ascensión a la cumbre hermosa del toreo. Es un catecismo para el mundillo, huye del mito, del ruido de castañuela y folclore y mal aliento de otros ejercicios voluntaristas y esterotipados. Juncal bebe en las fuentes de Bienvenida y Paquiro y cose los fotogramas con hilo de Rilke y ese áurea actoral de Francisco Rabal, torero grande, cargando de verdad la suerte en la pantalla, bordando el suburbio gestual de torero, su andar y lo que es más difícil, su mirada. Mirada que como una catarata hace ver todo a través del toro, la vida y la muerte, el arte y la belleza, el milagro curativo de la penicilina. Recoge Juncal la misma luz e intimidad de sacristía, luz de vela tenue y miedo: miedo, cangelo, guingdama…, de ese ring contra el tiempo que es la habitación del hotel y su crucifijo de luces y seda que es la silla. Recorre con sabiduría todos los palos de este cante, el mundillo de guayaberas y apoderados, la magia de la muleta roja en el campo. Las mil acepciones del miedo. La imposibilidad de ser Lagartijo y Belmonte en aquella escena de Armiñan, de luz primorosa sobre las sedas vírgenes de los vestidos. La dura distancia entre padre y torero, entre torero y torero. El sonido del campo y el galope sobre el verde de los toros, el toreo de salón, y Juncal como un ángel de traje blanco cruzando la gloria del puente de triana, saludando cada mañana la princesa con labios de puerta del príncipe. También el primor de Búfalo y su pitillera de plata en su pecho que perteneció a Ricardo Torres “Bombita”, porque la propiedad amigo como decía Prudon es un robo. Y toda esta fiesta torera esta soleada de ternura: las vivencias de un sinverguenza muy torero, con un sentido de la amistad y del torero inquebrantable hasta la misma camilla del Doctor Ramón Vila. Juncal trasciende al tiempo y debiera ser imprescindible, vuela ahora esta estirpe los vuelos del capote de un banderillero cabal y pronto un muchacho se anunciará Juncal en los carteles, cruzará todas las puertas del príncipe, se vestirá de blanco y comprará un cortijo que se llamará “Los Juncales”.